La falta de crecimiento del consumo de familias que se espera también en 2.012, la presión de unos costes crecientes y unos márgenes decrecientes, la baja rentabilidad de algunos operadores, y la falta de financiación (tanto para renovación de créditos como para nuevas inversiones) en un sector donde es habitual trabajar con fondos de maniobra negativos puede precipitar definitivamente la concentración de operadores del sector en 2.012.
El tiro de salida parece que lo podrían marcar los propietarios de Dinosol y sus ganas de desprenderse de las acciones. Es de entender que sus accionistas, como banqueros en su mayor parte, les preocupen actualmente otros retos que le acucian en su propio sector. La crisis financiera actual, es también una crisis del sistema bancario.
Los operadores regionales siguen sin dar el primer paso, siguen pensando que es mejor ser “cabeza de ratón que cola de león”, pero el mercado los puede expulsar. Y cuando se te expulsa del mercado, ya no eres ni “cabeza de ratón”. No tienes valor. El valor de un operador es su mercado, su cuota de influencia y la rentabilidad que obtiene en ese mercado. Si no hay rentabilidad no existe valor.
Hay operadores de mediano tamaño muy eficientes en costes que unidos a otros no pueden hacer más que ganar, ganar especialmente en las condiciones comerciales de sus plantillas, y disminuir sus costes al compartir estructuras con otros operadores. Dependiendo del tamaño de los operadores intervinientes pueden aparecer sinergias de integración recurrentes superiores al 1% de la cifra de negocio conjunta.
Estos son algunos de los mapas de mercado que marcan las zonas de influencia de operadores minoristas relevantes, y que podrían entrar en cualquier proceso de concentración del sector:
Algunas operaciones “parecen cantadas” a la luz de sus zonas de influencia, y sin embargo sus propietarios y/o gerentes prefieren mantener su independencia. Esta mal entendida independencia llevará a algunos al fracaso y a la pérdida del valor que atesoran actualmente sus empresas.
Si la concentración llama a tu puerta, no la dejes pasar de largo, puede que sea el último vagón de un tren para perpetuar tu negocio, para velar por tu patrimonio.
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